Había una vez un niño que nació hermoso. Él se llamaba Jaime.
Jaime era muy lindo y se sentía muy feliz por tener a su mamá. Pero, lo que no sabía era que tenía cinco hermanos mayores que lo amaban mucho.
Con el tiempo, Jaime iba creciendo y cuando se hizo grande, a los once años, se peleaba mucho con los hermanos y se ponía celoso pues él pensaba que la mamá no lo amaba.
Un día, a Jaime tuvo un accidente y le llevaron al hospital. El médico llamó a los papás, quienes se preocuparon mucho y de inmediato se fueron a verlo.
Jaime pasó muchos días en el hospital; días en que su mamá se quedó con él.
También sus hermanos le pidieron perdón por haberse peleado con él y luego de un mes hospitalizado, Jaime mejoró y se fue a su casa. Ahí le contó a su mamá que sintió como si hubiera vuelto a nacer, pues su mamá lo había cuidado y no peleó más con sus hermanos.
Así, Jaime fue muy feliz con sus papás y sus cinco hermanos.