¡Qué hermoso se veía aquel arbolito frente a la humilde casita!
¡Cuántas veces los había protegido del fuerte viento y del ardiente sol!
¡Cuántas navidades lo habían adornado tan bonito que todos los niños del pueblo jugaban y cantaban alrededor de él!
En eso salió de la casita un niño que lloraba tristemente y comenzó a abrazarse al árbol con desesperación.
― ¿Qué pasa? ― Preguntó el arbolito. Pero por más que trataba, no podía comunicarse con el niño.
― ¿A qué se deben esas lágrimas? ― Insistía el árbol.
De pronto el niño empezó a decir como si se comunicara con el arbolito:
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